Este es el capítulo de la serie Penn & Teller: Bullshit! dedicado al Vaticano. El mismo (10 capítulo de la séptima temporada, año 2009) nunca fue emitido en español, y tampoco aparece incluido en el DVD oficial ni en el sitio web.
En Wikipedia puede encontrar más información sobre el documento «Crimen sollicitationis» (incluyendo el original en latín una traducción independiente al inglés).
Supón que tienes un hijo pequeño —si es que no lo tienes— y supón además que se le diagnostica una grave enfermedad degenerativa del sistema nervioso. Después de consultar a varios especialistas, el diagnóstico es unánime: no existe en la actualidad ningún tratamiento posible, y la espectativa de vida de tu niño es de —a lo sumo— dos años. Y lo más terrible es que, hasta el momento en que muera, su cuerpo se irá deteriorando lastimosa y terriblemente. Primero quedará sordo, luego ciego, experimentará ataques de locura, y finalmente quedará inmóvil e incapaz de comunicarse.
No es necesario abundar en detalles, ya puedes imaginarte la situación: tu hijo, pequeño, condenado a una agonía y un sufrimiento de —en el mejor y a la vez peor de los casos— dos años, para finalmente morir. Y ninguna respuesta por parte de la medicina, ni siquiera para aliviar su penar. ¿Puedes imaginar qué harías ante esa situación? O mejor, ¿qué haría la mayoría de las personas que conoces, si se enfrentaran a tan terrible escenario?
Debate, subtitulado en castellano, en el marco del programa Intelligence Squared en julio de 2009 en Londres. Participan del mismo la Miembro del Parlamento del Reino Unido Ann Widdecombe, el Arzobispo nigeriano John Onaiyekan, el actor Stephen Fry y el ya fallecido periodista y escritor Christopher Hitchens. A continuación se incluye la transcripción completa.
Este es un mensaje que dejó para el futuro, allá por 1959, uno de los más grandes pensadores de la historia: Bertrand Russell. Vale la pena recodarlo, puesto que gana vigencia día a día.
Abundan. En los clasificados de los diarios, en la televisión, en volantes repartidos por la calle y, ultimamente, hasta por e-mail. Son los brujos, manosantas, parapsicólogos, mediums, curanderos o hechiceros. «Profesores» y «Licenciados» en todo tipo de supuestas ciencias que tienen que ver con lo paranormal. Y la gente cree (y se asusta). Y hasta muchos que sospechan, terminan afirmando «que las hay, las hay».
A todos esos delincuentes que se dedican a sacarle el dinero a pobres ignorantes, por lo general personas desesperadas que no encuentran a quién recurrir y se dejan embaucar por estos personajes. A todos esos chantas, les hago una invitación.
Quienes frecuenten este blog sabrán que no soy amante de las notas «copy/paste«, sin embargo cuando encuentro algún artículo interesante que quiero conservar, me gusta replicarlo aquí.
Este es el caso del texto del periodista, escritor e historiador Martín Caparrós en el que analiza la obra de la llamada «Madre Teresa de Calcuta» poniendo de manifiesto algunos aspectos de la misma para nada difundidos.
Como mínimo, para pensar un buen rato a quiénes ponen como ejemplo de «bondad«.
Aunque no coincido con sus creencias, el caso de Ariel Álvarez Valdes ilustra, al mismo tiempo, como se puede ser creyente sin ser estúpido y el régimen censurador de la Iglesia Católica.
Es común escuchar de boca de los «creyentes» que los ateos son seres malignos e insensibles y, por tanto, despreciables. Y cuando alguno de ellos osa satirizar a algún «santo», no dudan en declarar que ante tal blasfemia, el sujeto se hace acreedor de una estadía por tiempo indefinido en el infierno. Pues bien, para ellos (en realidad, para todos), aquí va un mensaje de un grupo de ateos muy divertidos y también muy sensibles, que vale la pena detenerse a analizar.
Se trata de la escena final de la película «La vida de Brian» (1979), del genial grupo cómico inglés Monty Python. La misma se desarrolla a partir del año 1 en el poblado de Belén, donde nace Brian (no, no, no es quien están pensando… Brian nace en el establo de al lado).
Puede el lector imaginarse el revuelo que causó tal parodia y la fuerte oposición de varios sectores religiosos, que se sintieron profundamente ofendidos (quizás, principalmente por eso de «viniste de la nada, volverás a la nada«).
Unos 10 años después, Graham Chapman (Brian) visita a su odontólogo y éste encuentra una protuberancia en una de sus amígdalas. Resultó ser un cáncer espinal que lo llevó a la tumba en menos de un año (aunque Chapman se mantuvo activo como actor hasta último momento).
Desde hace tiempo observo con tristeza (y, no lo voy a negar, mucha bronca) cómo la sociedad en la que vivo se vuelve cada vez más creyente (y crédula).
Sin ir más lejos, hace pocos días, la Universidad Nacional de Río Cuarto prestó sus instalaciones para una reunión de unos 2000 supersticiosos «jóvenes franciscanos». Pocas cosas se me ocurren que puedan distar más del objetivo de una Universidad pública y, sin embargo, a nadie pareció importarle (seguramente, porque se trata de una rama de la «religión oficial«, cosa que todavía existe en la Argentina).
Pensando en esta lamentable, perniciosa y peligrosa tendencia, me puse a buscar entre varios documentos que tenía archivados y decidí publicar la traducción de un excelente artículo escrito por el filósofo Sam Harris, que reproduzco a continuación.
En el artículo anterior lancé un interrogante sobre la diferencia entre distintos países. Muchas fueron las consultas que recibí, tanto en los comentarios del blog como a través de otros medios. Realmente es un ejercicio difícil imaginar cuál puede ser la característica que diferencia, por ejemplo, a la Argentina, Inglaterra, Iran y Madagascar de Chile, Alemania, EEUU, China y Cuba.
Para no seguir prolongando el suspenso, aquí va la respuesta.