Recorriendo un laberinto

El diario El País publicó ayer un problema muy interesante de recorrido de un laberinto:

laberinto

La consigna dice: «Entre aquí, y siga el camino hacia la salida. Pase a través de las esferas en orden rojo, azul, rojo, azul, rojo, azul y así sucesivamente». Lo usual cuando alguien se enfrenta a este tipo de problemas, es que intente -como quien realmente entra físicamente a un laberinto- recorrer distintos caminos, volviendo hacia atrás uno o más pasos al encontrarse que por el actual no puede llegar a la salida. Vamos a analizar una forma bastante interesante de resolverlo, utilizando distintas estrategias y viendo a dónde nos conduce cada una. (Aunque sería útil que primero dedicara unos minutos a intentar resolverlo).

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Por qué mi hijo no entendía matemática

Mi hijo se encontraba cursando el primer año del secundario («nivel medio», como lo llaman por estos tiempos) y estaba en casa estudiando matemática. El tema que lo ocupaba ese día era «mínimo común múltiplo» (¿eso no se enseñaba en la primaria?). En un momento se me acercó, libro en mano, repitiendo el conocido «Papá, no entiendo«. Del diálogo que mantuvimos y la posterior lectura del libro por mi parte, resultó la siguiente conclusión: Ni los autores del texto, ni el docente que decidió usarlo para enseñar a sus alumnos, saben matemática. Si le parece exagerada, por favor, lea el resto de este artículo.

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El camino del monje

Acá va otro problema que, según cómo se plantee, puede resultar fácil o difícil. (Y no, no tiene ningún «truco» ni «trampa«.)

Un monje parte al amanecer de cierto día desde su monasterio, que se encuentra al pié de una montaña, hacia la cima de la misma. En su camino asciende por un angosto sendero, quizás deteniéndose cada tanto para recuperar el aliento o para apreciar el paisaje. Al cabo de varias horas, finalmente alcanza la cima.

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Sobre las falacias lógicas

Diariamente somos expuestos a razonamientos lógicos (en nuestras tareas diarias, discusiones, pensamientos). Constantemente, también somos enfrentados a conclusiones de razonamientos ajenos (de nuestros pares, de los medios de comunicación).

Lamentablemente, muchas veces dichos razonamientos (propios y ajenos) son falaces. Una falacia lógica es un razonamiento aparentemente válido («lógico«), cuya conclusión no se desprende de la verdad o falsedad de las premisas. Estructuralmente, consiste en la aplicación incorrecta de un principio lógico válido o la aplicación de uno inexistente.

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Por qué no entendemos matemáticas (II)

En una entrada anterior de este blog, publiqué la traducción de un documento en el cual Dijkstra analiza una de las principales causas de las dificultades que se nos presentan a la hora de aprender matemáticas (y, en general, de lidiar con abstracciones).

Después de haber recibido algunos buenos comentarios sobre este asunto, y para seguir con la polémica, aquí va otro artículo en el mismo sentido.

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Contrariando la intuición

Este es uno de esos problemas cuya solución no se lleva muy de acuerdo que digamos con nuestra intuición. Es muy simple (aritmética de la primaria):

Tenemos dos recipientes con las mismas cantidades de agua y tinta, respectivamente. Tomamos una gota del recipiente con agua y la volcamos al recipiente con tinta. Lo revolvemos hasta obtener una mezcla totalmente homogenea. Finalmente tomamos una gota de éste último y la volcamos al recipiente con agua.

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Por qué no entendemos matemáticas

Una de las cuestiones que preocupaba mucho a Edsger Dijkstra era la didáctica de la matemática (y de la computación, como parte de esta). En este breve artículo, nos da lo que podría ser la «punta del ovillo» en búsqueda del por qué las matemáticas superiores (y, a veces, las no tan superiores) nos resultan tán difíciles de comprender y dominar.

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Problema fácil o difícil

Con el siguiente problema tuve varias experiencias curiosas. Distintas personas a las que se los he planteado encontraron soluciones equivalentes, pero de maneras muy diferentes. Algunas tardaron más tiempo y encontraron la solución examinando y puliendo varias posibilidades. Alguien, en cambio, lo resolvió en un par de minutos, y la forma en que arribó a dicha solución fue metódica, simple y elegante.

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