El 27 de junio de 2017 la Cámara Nacional Electoral emitió una acordada extraordinaria para implementar un sistema de identificación biométrica en las próximas elecciones legislativas, mediante el uso de huellas digitales y como «prueba piloto» en seis provincias argentinas. En pocos días, y sin mediar licitación, se decidió que se utilizaría un sistema provisto por la empresa de origen venezolano Smartmatic.
La noticia fue publicada en varios medios periodísticos, pero sin dar detalles técnicos sobre el tipo de dispositivo a utilizar. El día 18 de julio en el Diario Norte de Resistencia apareció una nota donde puede observarse una fotografía del aparato a utilizar para la identificación de los votantes.
El problema
El sistema de identificación biométrica debe poder comparar la huella digital del votante con la provista por el Registro Nacional de las Personas. Para esto se ofrecen tres opciones:
- Incorporar en el dispositivo un lector para la huella registrada en el DNI del votante, de modo que el sistema se limite a decir si «ese dedo» apoyado en el sensor se corresponde con «esa huella» impresa en el DNI.
- Cargar en el dispositivo todas las huellas de los votantes de esa mesa (o de la escuela) y que el sistema verifique la huella leída contra dicha base de datos.
- Que el dispositivo de identificación no tenga información almacenada localmente, sino que compare cada huella contra una base de datos centralizada.
La primera opción es la más simple y la menos riesgosa, pero no evita la utilización de documentos de identidad falsos. La segunda tiene la complejidad de tener que «programar» cada dispositivo con los datos requeridos, inconveniente que es solucionado por la tercera opción. Los productos más usados en el mercado adoptan uno de las dos últimos enfoques.
Un requisito siempre presente en la utilización de este tipo de tecnologías es la preservación de los datos biométricos de los ciudadanos para evitar su filtración, pero en el caso de su uso en el sistema electoral se presenta un nuevo problema. El sistema puede permitir determinar en qué orden y en qué momento están sufragando los votantes. Esto no necesariamente viola el secreto del voto, salvo que el método de votación permita registrar el orden de los votos emitidos (como puede ocurrir con los sistemas de voto electrónico); pero sí puede dar una ventaja significativa a un partido político que logre recopilar dicha información.
En muchas localidades de nuestro país es notorio el despliegue de taxis, remises, colectivos y hasta motocicletas para llevar a los votantes a sufragar. También hemos visto en numerosos informes periodísticos cómo se reparte dinero y bolsones de alimentos a cambio de votos. Un partido político que contara con información en tiempo real sobre el avance del comicio podría optimizar el uso de su aparato clientelar. Esta es, ni más ni menos, la principal sospecha que recae sobre el sistema electoral de Venezuela, donde en escuelas casi vacías se prorroga la hora de cierre de la votación, y de repente aparece una multitud de votantes.
¿El problema?
Existen múltiples problemas relacionados con la entrega de DNI, la confección de los padrones y la identificación de los votantes. Alguien puede estar tentado a pensar que la identificación biométrica soluciona muchos de ellos, pero no es así. En palabras de la Cámara Nacional Electoral, según acordada 50/2017:
Este tipo de tecnología, permite aplicar nuevos controles que robustezcan y agilicen los procedimientos registrales tendientes, por ejemplo, a “[a]segurar que en la base de datos no exista más de un (1) registro válido para un mismo elector” […]. Si bien hasta la fecha se utilizan una multiplicidad de procedimientos para evitar las posibles duplicidades, […] ningún mecanismo aparece más adecuado a aquel fin, que el de incorporar datos biométricos a los registros de cada elector, y efectuar procesos de detección y depuración de esos posibles duplicados.
Esto es todo. El único objetivo es evitar que alguien vote más de una vez (algo que podría lograrse con una mancha de tinta indeleble en un dedo). No se evitarán los domicilios falsos, ni los extranjeros con ciudadanía falsa (y DNI legítimo), ni el «relleno de urnas» por parte de un presidente de mesa corrupto en connivencia con un fiscal.
La solución
El sistema de identificación biométrica de la empresa Smartmatic que se utilizará en la prueba piloto (y que, si todo va bien, pronto se impulsará a nivel nacional) es el mismo que fue desarrollado para las elecciones de 2016 en Uganda:
Se trata de un smartphone basado en Android con un lector de huellas digitales y una aplicación específica (que cambia de acuerdo al lugar en donde sea utilizado). Ampliando la fotografía de Uganda podemos ver un detalle interesante:
El smartphone se encuentra conectado a Internet a través de 2 tarjetas SIM. Consultando el manual de usuario publicado por Smartmatic en la Federal Communications Commission de los EE.UU., podemos ver que el dispositivo tiene múltiples capacidades de conexión remota:
Además, el dispositivo tiene 3 puertos seriales: 2 USB y 1 UART:
Hasta donde se ha hecho público, nadie auditó la seguridad de este dispositivo ni qué información transmite o permite acceder.
La empresa
Smartmatic se presenta públicamente como holandesa, pero se trata de una empresa de origen venezolano con domicilio legal en Barbados y con un profuso historial de sospechas de manipulaciones electorales. A tal punto que aparece mencionada en los cables del Departamento de Defensa de los EE.UU. filtrados por Wikileaks:
Conclusión
Por decisión unilateral de la Cámara Nacional Electoral algunos argentinos de Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, Misiones y Salta deberán pasar por un sistema de identificación biométrica para poder ejercer su derecho al voto. La implementación de ese sistema fue otorgada a la empresa Smartmatic a través de un proceso que no ha sido público. Tampoco se han publicado detalles de cómo será implementado técnicamente, ni se ha realizado ningún tipo de auditoría sobre su seguridad, ni respecto de la preservación de los datos biométricos de los ciudadanos ni sobre la posibilidad de filtrado de información en el momento de la votación. La información técnica disponible hace sospechar la existencia de varios riesgos.
Todo esto para solucionar un problema que no es el más grave respecto de la confección de padrones y la identificación de los votantes, y con el objetivo de imponerlo luego para su uso en todo el país. A esto, sumado al impulso del voto electrónico, se le llama «modernización» en la Argentina.
Me vino a la mente la imagen de Maduro diciendo algo como «conocemos a los que nos votaron». Da escalofrios.
Top of mind: Pones el dedo y el aparato dice que vos no sos vos. Que pasa? No podes votar? Te meten en cana? Adenda: bloqueamos las huellas por zonas de votantes (totalmente posible si se quiere y muy difícil de identificar «falló el sistema») Esa zona no vota? como sigue la elección si ningún aparato funciona o puede confirmar «quien es quien»?
Tampoco garantiza que «el ciudadano que viene a votar de afuera» no este registrado como argentino en la base y pueda votar igual. Aca le daban el dni legal a cualquiera, implica que le tomaron las huellas y estan en la base de datos.
Podría este lector de huellas enviar una señal al chip RFID de la urna y asi saber a quien vota cada persona?