Otra vez a votar como siempre

Se vienen las elecciones legislativas de 2017. Y otra vez los argentinos vamos a votar con el viejo sistema francés de boletas partidarias en un cuarto oscuro (que ya ni los franceses utilizan así). Lastimosamente, se perdió una nueva oportunidad de mejorar nuestro sistema electoral.

Cuarto oscuro

La cosa había empezado bien. Como nunca, se había propuesto una reforma en un año en que no había elecciones, y no tres meses antes —cuando ya no hay tiempo de hacerlo— como suele ocurrir. Pero lamentablemente la intención del Gobierno era impulsar un proyecto de ley «a libro cerrado» para implementar un sistema de voto electrónico. Es cierto que en el medio del debate en la Cámara de Diputados accedieron a agregar un par de artículos para imponer un «cupo igualitario» femenino, pero el oficialismo jamás aceptó cambiar una coma en lo referido al sistema de votación mediante computadoras.

Y no es que nadie les haya acercado ideas. Enrique Chaparro y yo tuvimos la oportunidad de decirle personalmente a Adrián Pérez las mismas cuatro palabras que muchos venimos repitiendo desde hace más de una década: «boleta única de papel». Pero claro, cuando finalmente pudimos hacerlo, ya el proyecto estaba escrito en piedra (fuimos convocados sólo para poder declamar «escuchamos todas la voces»). Nos oyeron, pero nunca nos escucharon.

Luego el proyecto entró a Diputados. Y allí los críticos del voto electrónico también fuimos convocados. Aunque lo que dijimos tampoco sirvió de mucho, quizás porque los siete que no opinábamos que votar con computadoras es la mejor idea desde el pan cortado en rebanadas fuimos ubicados casi al final de una lista de más de treinta oradores. La mayoría expusimos ante la atenta mirada de cuatro o cinco legisladores. Del proyecto original sólo se modificaron las penas impuestas a tareas que son esenciales para realizar auditorías independientes del sistema propuesto. Sin un sólo informático que avalara el sistema de voto electrónico propuesto, media sanción y al Senado.

Debo decir que en el Senado los críticos fuimos muchos más y mucho mejor tratados, pero sólo porque allí tiene mayoría la oposición. Esta, como tal, se opone a cualquier cosa que impulse el oficialismo (no importa que algunos de sus integrantes hubieran apoyado el sistema de voto electrónico en distritos como Salta y la CABA hasta hacía unos minutos). Se convocó a varios más, se nos dio más tiempo y hasta se organizó una sesión extra para hacer demostraciones. Fue todo un espectáculo ver en el Senado cómo se podía hackear un sistema bancario, romper el secreto del voto usando boletas impresas por una inocua impresora y vulnerar el secreto de la «boleta única electrónica» usando una radio de onda corta (y mejorar este ataque usando una «minipimer»).

Y se acabó el tiempo. Llegó el fin de año y el proyecto de reforma electoral no logró el dictamen de comisión en el Senado. Fin del sueño de votar con computadoras en 2017 y avalancha de descalificaciones e imputaciones a quienes estuvimos en contra desde el primer día (menos diez años). Que nos paga Gildo Insfrán, que promovemos el fraude, que queremos que Aníbal Fernández sea gobernador.

Y este año, a votar. Otra vez con boletas partidarias en un cuarto oscuro, para lo cual previamente cada partido político debe imprimir toneladas de estas (con negociados de los partidos truchos y sufrimiento presupuestario de los partidos chicos). Y conforme se acerque la fecha de la elección ya sabemos lo que pasará: Massa propondrá alquilar máquinas de voto electrónico a Brasil, como si fueran colectivos, y Marcos Peña llorará «vergüenza nacional» por tener que usar algo tan antiguo como el papel para elegir a nuestros legisladores, como lo hacen los países más desarrollados del mundo. Y el día de la elección, periodistas militantes tuitearán una y otra vez cuatro o cinco actas con errores como evidencia concluyente del fraude en las más de 90.000 mesas de votación del país. «Estamos esperando a tener resultados homogéneos», dirá un señor con chaleco de cazador de patos la noche del domingo, ante la ausencia total de resultados oficiales. Va a ser interesante ver cómo conduce el operativo eleccionario un Ministro del Interior que se empeña en demostrar que el sistema utilizado no sirve para nada y debe «modernizarse».

Pasó más de un año. La obstinación del oficialismo no dio lugar a ningún cambio que no fuera votar usando computadoras. Y mientras tanto, nadie se preocupó por depurar los padrones electorales. Nada se sabe del sistema a utilizar para realizar el escrutinio provisorio y publicarlo. Los punteros se preparan nuevamente para hacer plegados raros en las boletas y ponerlas en el bolsillo de los votantes (los periodistas tendrán material para nuevos informes sobre bolsones de comida y remises trasladando gente). Las excusas y los chivos expiatorios ya están listos. Es que el proyecto de voto electrónico sigue en el Senado y habrá que revivirlo para 2019. Y a falta de argumentos reales para impulsarlo, la indignación de la gente es buen sucedáneo.

Adenda (10 de julio de 2017)

Como anticipé en abril, al hablar de «negociados de los partidos truchos», un partido realizó una maniobra y se llevó $20 millones para impresión de boletas. Y como también era de esperarse, Adrián Pérez salió a culpar de esto a quienes nos oponemos al uso de voto electrónico.

7 comentarios sobre “Otra vez a votar como siempre

  1. Hace tiempo que sigo con mucho interés el tema, a veces con más tiempo para difundirlo, a veces con menos.
    Esto que contás deja un sabor agridulce: no salió el voto electrónico (¡qué bien!) pero siguen las boletas partidarias (qué mal). Aunque por momentos parezca un esfuerzo inútil, no debemos detenernos, no debemos dejar que se pare de hablar el tema… eso sería igual a dejar que el sistema corrupto siga por siempre y sin importar si el voto es en papel o electrónico.
    Abrazo.

  2. muchas veces decimos que hay que meterse en el barro si queremos que las cosas cambien pero llega la hora de votar y a casi nadie le interesa hacerlo, ojala que cambiemos esa mentalidad sino van a seguir haciendo lo que quieren los politicos

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